El Ciego
¡Comamos nomas si de algo hay que morirse!... Era lo que
repetía Arturo cada vez que compartía un asado con sus amigos en los tiempos en
que fue dueño de una carnicería en Santiago. Recordaba esa frase cada vez que
entraba al negocio acompañado por algún transeúnte buena gente y de su fiel
bastón. Si Arturo era ciego. A los cuarenta años le detectaron una enfermedad
relacionada con la vista, producto principalmente de los vicios del mal comer.
Pero era un tipo de apariencia joven, de físico normal y con unas ansias de
hablar como si para él fuera toda una terapia. Pareciera que a falta de un
sentido se le hubiera desarrollado otro, y lo hacía por lo demás muy
entretenido.
Contaba que en el barrio donde vivía conocía a todos los
vecinos porque a cada paso que daba se detenía a conversar con ellos…como talla
siempre decía… ¡eso si no salgo de noche porque me puedo tropezar!... Siempre
preguntaba que frutos secos eran los más sanos porque tenía que cuidarse del
azúcar, del colesterol y del gluten entre otras restricciones, Por supuesto que
Diego le recomendaba varios productos después de comentarle las propiedades de
cada uno. Así después de un rato de charla llegaba la hora de pagar. Lo que le
sorprendía a Diego que por muy ciego que fuera reconocía sólo con el tacto la
diferencia de cada billete, así cuando tenía que pasar por caja sabía con que
estaba pagando.
Por supuesto que la conversa frecuentemente continuaba
después del pago de la compra y era ahí cuando Arturo dejaba asomar su mayor
pena, la de no poder ver, sobre todo ahora que sería padre por primera vez… ¡Cuánto
daría yo por ver aunque fuera un ratito el día que nazca mi hijo!...repetía.
Diego le comentaba que todo lo que hacemos en la vida tiene
consecuencias, ¡como dicen los científicos, toda acción tiene una reacción!… si
hacemos cosas negativas a nuestro cuerpo o a terceros en algún momento nos
pasará la cuenta y eso obviamente nos afectará…comentaba Diego. ¡Pero
también…agregó… el positivismo en la vida es fundamental para mantenerse de
buen ánimo y con ello es esperable que nos sucedan buenas cosas. Si usted
piensa positivamente y se pone como meta resolver alguna condición física o
sicológica que lo aqueja lo más probable que más temprano que tarde podrá
superar ese problema sin mayor esfuerzo que una postura positiva ante la vida.
¡Sabe que!... agregó Diego… ¡Le voy a regalar estas capsulas
naturales que me acaban de llegar, son en base a arándanos, frambuesas y moras!
¡¡Sepa usted que los arándanos son frutos que nos ayudarán
sin duda a conservar nuestra salud visual, entre otras propiedades.
Los secretos de este fruto salieron a la luz cuando en la
segunda guerra mundial. Los pilotos británicos antes de volar la consumían al
notar que cuando lo hacían tenían una mejor adaptación a la luminosidad.
Estos frutos además contienen flavonoides, una suerte de
antioxidantes que previenen la acumulación de los radicales libres causantes
del envejecimiento de las células oculares y lesiones internas del ojo. Así que
pruébelo y en una de esas le ayuda con su problema!!
Muy contento se fue Arturo a probar estas capsulas con la
esperanza de mejorar en parte su condición.
Pasaron cerca de treinta días
cuando apareció el Arturo, el ciego, en el negocio. Venía más contento que
nunca y no paraba de repetir, ¡¡don Diego donde está!!... ¡por acá! dijo el
vendedor acercándose al ciego…!!Déjeme darle un abrazo!! Dijo Arturo ¡tengo que
agradecer sus consejos y sobre todo el regalo de las cápsulas!... Diego abrazó
al eufórico ciego pero no entendía mucho… ¿pero que le sucedió? Le preguntó…
Le cuento…dijo el ciego… La
última vez que hablamos me fui muy esperanzado y con el ánimo por las nubes con
todos los consejos que me dio, además ese mismo día empecé a tomar las cápsulas
que me regalo con la esperanza de sentirme mejor. Hace unos días nació mi hijo
y que cree que pasó…no lo sé… dijo Diego un poco ansioso, bueno ese día
acompañé a mi esposa al hospital y fuimos con mi hermana para que nos ayudara
con las cosas, en eso estábamos cuando de repente empecé a ver como sombras,
pensé que estaba imaginando pero no, era verdad, me cubría los ojos con mis
manos y las sombras desaparecían las retiraba y ahí estaban. No le dije a nadie
porque pensarían que estaba bromeando así que cuando la enfermera del hospital
me dijo que si quería pasar a ver el parto no lo dudé y rápidamente me
vistieron con esas ropas espaciales hasta con mascarillas. Pasé a la sala de
parto mirando las sombras un poco menos difusas, me sentaron al lado de mi esposa
para que le tomara la mano mientras hacía el trabajo de parto y adivine que
pasó…no lo sé…dijo Diego si aún no me cuenta… bueno resulta que estaba naciendo
mi hijo y cuando lo sacan de la guatita y lo tomas de los pies ya veía muy
nítido, era una criatura perfecta con sus piececitos, manitos y cabecita bien
roja que no dejaba de llorar, le cortaron el cordón y lo pusieron en los brazos
de su madre, fue la emoción más grande de mi vida, sentirlo, tocarlo y verlo…yo
diría que fue un verdadero milagro el poder verlo o quizás fue la sensación de
vivir un momento sublime que hizo que estuvieran todos mis sentidos alertas.
Porque al rato que se llevaron a mi hijo para hacerle examantes fui perdiendo
la nitidez de mi vista y no he vuelto a recuperarla, sigo viendo pero de forma
muy borrosa.
Por eso agradezco todos sus
consejos y recomendaciones además de la maravilla de medicamento que me regalo.
Hoy me siento un hombre muy afortunado y feliz.
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