EL ELEFANTE
Había una vez en un lejano pueblo una gran casa que era la
más bonita del sector, tenía lindos jardines, muchos árboles frutales y a su alrededor unos pequeños arbustos que
rodeaban todo el contorno de la casa.
Un
día estaba el dueño de la casa cansado de podar los pequeños arbustos que ya
estaban tan grandes como una persona adulta y costaba hacer todos los cortes de
las ramas. Se le ocurrió empezar a podar los arbustos con forma de animales
igual como lo hacían en la película “El hombre manos de tijeras” así que pensó…
¿Qué animal puedo hacer para no cansarme tanto?, luego de un rato de pensar
dijo ¡haré un elefante al principio y luego haré otros animales más pequeños
que lo sigan como una caravana!
Así
fue que comenzó a podar y podar dándole forma a su elefante, primero le hizo
las patas grandes y gruesas, luego le hizo el cuerpo bien gordo, continuo con
la trompa larga y delgada y terminó con una pequeña cola en la parte de atrás,
por supuesto que ahí atrás va la cola sino sería un elefante fenómeno, se
imaginan una cola entre las orejas, se vería muy divertido.
Después
de mucho rato de podar miró desde un poco más lejos a su elefante y le habían
faltado las orejas, el pobre elefante había quedado sordo. Así que le dedico
otro rato a diseñar las tremendas orejas que más parecían un pedazo de lona
colgando desde su cabeza, una a cada lado.
Finalmente estuvo listo, el hombre quedó muy
cansado pero conforme con su obra maestra. ¡Mañana continuaré con otros animales!
Dijo y se fue a dormir.
Esa
noche ocurrió una gran tormenta con lluvia, relámpagos y truenos y los arboles
del jardín se movían mucho con la fuerza del viento, fue en ese momento que
cayó un rayo sobre los arbustos y justo le pegó al elefante que el hombre un
poco antes había podado. Una de las perras de la casa llamada Matilde estuvo
todo el rato presenciando la tormenta y la caída del rayo desde su escondite
adentro de una caja de cartón. La Matilde vio como después del rayo se generó
mucho humo y pensó que el arbusto en forma de elefante se había quemado con el calor
que provoca un rayo, pero grande fue su sorpresa al descubrir que desde el humo
apareció el elefante caminando con todo su follaje en forma de piel, mojado por
la lluvia.
Rápidamente
se acercó la perra para preguntarle al elefante que le había pasado, pero este
aún un poco aturdido por el golpe de energía no sabía que responder. ¿Pero no
recuerdas nada?...preguntó la perra… ¡no! Dijo el elefante… ¡estaba durmiendo y
de repente desperté!... Dijo.
Matilde
algo intrigada por la forma de este elefante le preguntó ¿pero yo conozco los
elefantes y son de color gris con piel muy gruesa, pero tú tienes la piel de
follaje, como puede ser?... ¡bueno! Dijo el elefante… ¡al parecer el rayo que
cayó sobre mí me dio energía y por eso puedo caminar!
En
eso estaban tratando de explicar lo que había pasado cuando a raíz del fuerte
viento un árbol cayó en medio del camino cerca de los animales. Fue en ese
momento que el elefante con mucha agilidad agarro el tremendo árbol con su
trompa y lo movió al lado del camino. La perra quedó muy sorprendida por el
movimiento que había hecho el elefante y sin hacer mucho esfuerzo.
Ante
tanto ruido el hombre y su familia despertaron y se levantaron para ver qué
había pasado. Los adultos sólo veían a la Matilde cerca del camino pero el
hijo, un niño de unos diez años veía a la perra y al elefante y señaló… ¡mira
papá un elefante!... ¡Está con la Matilde!... el padre un poco incrédulo miró y
solo veía a la perra que estaba cerca del arbusto que él durante el día había
podado en forma de elefante…¡pero niño si ese es un arbusto!... señaló… no papá
si se está moviendo!... pero el hombre miraba el arbusto moviéndose solo con el
viento.
Ese
día el niño y su perra Matilde comprendieron que sólo ellos podían ver al
elefante de arbusto moviéndose por el jardín y sus padres que eran adultos no
podían apreciarlo.
fin
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