Rayito y sus amigos loros I
Rayito el gato remolón, se pasaba todo el mañana
echado sobre el techo de su casa sin tener nada que hacer, solo tomar sol y
descansar. En eso estaba un día cuando oyó un par de loros tricahue conversar
en la rama de un árbol de la plaza. Y como es muy gato muy curioso se bajó del
techo y se acercó sigilosamente hasta la base del árbol para escuchar mejor
sobre la conversa de los loros. Hay que recordar que Rayito sabe varios idiomas
animales por lo tanto le es muy fácil escuchar conversaciones ajenas. Contaban
los loros sus últimas aventuras de la travesía que hicieron hasta la montaña de
Vilches. En eso estaban conversa que conversa y no se dieron cuenta que rayito
ya había llegado hasta la rama donde estaban parados. Grande fue su sorpresa al
darse cuenta del peligro que representaba tener a un gato tan cerca sobre todo
conociendo que algunos gatos de ciudad le gustan mucho las aves voladoras como
zorzales, gorriones, tórtolas y palomas. Por supuesto que los loros también
deberían estar en el menú de este gaturro. Pero Rayito ese día estaba sin
apetito porque se había comido un buen tazón de comida que encontró en el patio
de su amiga Betsi, una perra vecina.
¡¡Cuidado!!
Dijo un loro a su compañera… ¡hay un gato cerca!... las pobres quedaron
paralizadas mientras Rayito se acercaba cada vez un poco más, hasta que de
repente el gato dijo ¡no se preocupen amigos yo no como loros porque me hacen
muy mal sus plumas verdes…solo quiero escuchar sus aventuras para ver si algún
día puedo acompañarlos… los loros se relajaron un poco y descubrieron que
efectivamente Rayito tenía cara de buen amigo…¿estás seguro? Dijo un loro un
poco desconfiado…si, no se preocupen…dijo el gato. Ya un poco más calmados,
pero sin descuidarse, los loros comenzaron a contarle a Rayito algunas
aventuras de su último viaje.
Primero,
dijo uno de los loros, te vamos a contar de un poco de nuestra historia. ¡Bueno!…dijo
el gato acomodándose sobre la rama.
Nosotros
nacimos allá lejos…indicando hacia la cordillera…en un cerro pequeño donde
nuestros padres tienen un nido que es de la familia… ¿y cómo es ese nido?
Preguntó el gato…bueno son cuevas que se tallan en los acantilados donde ningún
animal puede llegar, así crecimos protegidos hasta que podemos volar. Después
de tres meses en el nido, cuando ya estamos un poco aburridos, tenemos plumas
suficientes que nos permiten volar, así que nuestros padres nos acercan al
borde del acantilado y nos empujan de improviso hacia el vacío…afortunadamente
todos extendemos las alas y las agitamos rápidamente para mantenernos a flote y
volamos un buen rato hasta que nos cansamos y volvemos al nido. El gato los
miró un poco sorprendido por la valentía de poder volar así de improviso. Y
tienen más hermanos? Preguntó el gato… ¡si! Dijo un loro…yo tengo dos hermanos más
y yo…dijo el otro loro, también tengo dos hermanos, pero nuestra bandada es
grande con primos, sobrinos y otros parientes. Claro que tiempo atrás según
cuenta nuestro abuelo loro, las bandadas eran mucho más grandes, cada vez que
volábamos el cielo se teñía de verde por que se hacían inmensas nubes de loros.
Ahora
tenemos bandadas más pequeñas porque el hombre nos ha ido dejando sin campos ni
arbustos donde podamos comer, además cuentan algunos parientes loros que a
veces los atrapan para dejarlos como mascotas y les cortan las plumas de las
alas para que no puedan volar y regresar a sus nidos con sus familias.
Rayito
se veía preocupado por lo que le pasaba a los loros y a pesar de envidiarlos un
poco porque ellos podían volar y el no, en el fondo le daba un poco de pena
todo lo que los loros se sacrifican para poder sobrevivir.
¡Pero
a ustedes les gusta viajar! Exclamo el gato… ¡si a veces! dijo uno de los loros…pero viajamos principalmente para
alimentarnos…por eso venimos a esta plaza porque en la cordillera escasea el
alimento y aquí hay bayas y pasto tierno que se puede comer. Y bueno…casi nadie
nos molesta…dijo el loro mirando al gato fijamente.
EL
otro día…dijo uno de los loros… estábamos en la cordillera y decidimos ir en
bandada a un campo que estaba recién sembrado para comer algunas semillas, pero
nos llevamos una sorpresa ya que el campesino nos comenzó a disparar…tuvimos
que salir volando rápidamente de ahí para que no nos hirieran. Y eso nos pasa
casi siempre… por eso hemos ideado otras estrategias como caminar bien rápido,
así podemos entrar a los campos sin despertar sospecha y comer semillas mientras
los campesinos vigilan los cielos esperando que aparezcamos.
El
gato estaba tan sorprendido por estas
historias de los loros que los invitó a que lo acompañaran a una aventura donde
necesitaba de dos amigos que volaran…
Pero
esa será una próxima historia…
FIN
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