lunes, 22 de junio de 2020

Rayito y sus amigos loros I

 

Rayito y sus amigos loros I

 

Rayito el gato remolón, se pasaba todo el mañana echado sobre el techo de su casa sin tener nada que hacer, solo tomar sol y descansar. En eso estaba un día cuando oyó un par de loros tricahue conversar en la rama de un árbol de la plaza. Y como es muy gato muy curioso se bajó del techo y se acercó sigilosamente hasta la base del árbol para escuchar mejor sobre la conversa de los loros. Hay que recordar que Rayito sabe varios idiomas animales por lo tanto le es muy fácil escuchar conversaciones ajenas. Contaban los loros sus últimas aventuras de la travesía que hicieron hasta la montaña de Vilches. En eso estaban conversa que conversa y no se dieron cuenta que rayito ya había llegado hasta la rama donde estaban parados. Grande fue su sorpresa al darse cuenta del peligro que representaba tener a un gato tan cerca sobre todo conociendo que algunos gatos de ciudad le gustan mucho las aves voladoras como zorzales, gorriones, tórtolas y palomas. Por supuesto que los loros también deberían estar en el menú de este gaturro. Pero Rayito ese día estaba sin apetito porque se había comido un buen tazón de comida que encontró en el patio de su amiga Betsi, una perra vecina.

 

¡¡Cuidado!! Dijo un loro a su compañera… ¡hay un gato cerca!... las pobres quedaron paralizadas mientras Rayito se acercaba cada vez un poco más, hasta que de repente el gato dijo ¡no se preocupen amigos yo no como loros porque me hacen muy mal sus plumas verdes…solo quiero escuchar sus aventuras para ver si algún día puedo acompañarlos… los loros se relajaron un poco y descubrieron que efectivamente Rayito tenía cara de buen amigo…¿estás seguro? Dijo un loro un poco desconfiado…si, no se preocupen…dijo el gato. Ya un poco más calmados, pero sin descuidarse, los loros comenzaron a contarle a Rayito algunas aventuras de su último viaje.

Primero, dijo uno de los loros, te vamos a contar de un poco de nuestra historia. ¡Bueno!…dijo el gato acomodándose sobre la rama.

Nosotros nacimos allá lejos…indicando hacia la cordillera…en un cerro pequeño donde nuestros padres tienen un nido que es de la familia… ¿y cómo es ese nido? Preguntó el gato…bueno son cuevas que se tallan en los acantilados donde ningún animal puede llegar, así crecimos protegidos hasta que podemos volar. Después de tres meses en el nido, cuando ya estamos un poco aburridos, tenemos plumas suficientes que nos permiten volar, así que nuestros padres nos acercan al borde del acantilado y nos empujan de improviso hacia el vacío…afortunadamente todos extendemos las alas y las agitamos rápidamente para mantenernos a flote y volamos un buen rato hasta que nos cansamos y volvemos al nido. El gato los miró un poco sorprendido por la valentía de poder volar así de improviso. Y tienen más hermanos? Preguntó el gato… ¡si! Dijo un loro…yo tengo dos hermanos más y yo…dijo el otro loro, también tengo dos hermanos, pero nuestra bandada es grande con primos, sobrinos y otros parientes. Claro que tiempo atrás según cuenta nuestro abuelo loro, las bandadas eran mucho más grandes, cada vez que volábamos el cielo se teñía de verde por que se hacían inmensas nubes de loros.

Ahora tenemos bandadas más pequeñas porque el hombre nos ha ido dejando sin campos ni arbustos donde podamos comer, además cuentan algunos parientes loros que a veces los atrapan para dejarlos como mascotas y les cortan las plumas de las alas para que no puedan volar y regresar a sus nidos con sus familias.

Rayito se veía preocupado por lo que le pasaba a los loros y a pesar de envidiarlos un poco porque ellos podían volar y el no, en el fondo le daba un poco de pena todo lo que los loros se sacrifican para poder sobrevivir.

¡Pero a ustedes les gusta viajar! Exclamo el gato… ¡si a veces! dijo uno de los  loros…pero viajamos principalmente para alimentarnos…por eso venimos a esta plaza porque en la cordillera escasea el alimento y aquí hay bayas y pasto tierno que se puede comer. Y bueno…casi nadie nos molesta…dijo el loro mirando al gato fijamente.

EL otro día…dijo uno de los loros… estábamos en la cordillera y decidimos ir en bandada a un campo que estaba recién sembrado para comer algunas semillas, pero nos llevamos una sorpresa ya que el campesino nos comenzó a disparar…tuvimos que salir volando rápidamente de ahí para que no nos hirieran. Y eso nos pasa casi siempre… por eso hemos ideado otras estrategias como caminar bien rápido, así podemos entrar a los campos sin despertar sospecha y comer semillas mientras los campesinos vigilan los cielos esperando que aparezcamos.

El gato estaba tan  sorprendido por estas historias de los loros que los invitó a que lo acompañaran a una aventura donde necesitaba de dos amigos que volaran…

Pero esa será una próxima historia…

FIN


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