Desde el 18-O hemos visto una nueva
realidad de un Chile que muchos no conocían ni siquiera en teoría. Luego desde
marzo de este año a raíz de la pandemia
hemos descubierto la profundidad de la problemáticas asociadas principalmente a
la clase media o media baja, desprotegida totalmente de cualquier ayudad
estatal y con un sistema económico tan frágil que el más mínimo efecto del
mercado hizo caer por el suelo la ya menguada economía social de la que
dependían.
Sin embargo y para nuestra
sorpresa bajo la alfombra de la pandemia estaban escondidas una serie de
precariedades que nadie se atrevía a reconocer.
Precariedad laboral: Trabajadores
vulnerables, informales y sin contrato, entre otras cosas. Se demostró que el
mercado no solucionaba los problemas laborales porque ahora el propio mercado le
está pidiendo ayuda al Estado.
Diferencias sociales: “El
coronavirus ha exacerbado las diferencias sociales”, se explica claramente por
el control sanitario relativamente éxitos de las comunas más ricas a diferencia
de la proliferación e incremento de los índices de contagio en el resto del
país. En esa línea, se comenta que la mortalidad en los hospitales públicos y
sectores vulnerables ha sido mucho mayor que en recintos de salud privados, un
tema que ha sido ampliamente abordado en nuestro país durante los últimos días.
La constitución: demasiado presidencialista
y que no permite mejorar el sistema democrático de este Chile actual.
Las bajas pensiones: La única
posibilidad de mantenerse es vivir el día a día y que lo revelado por la crisis
es una realidad muy diferente a la “que la élite chilena había pensado que
vivía”.
Últimamente las pensiones por
alimento: que a raíz de lo aprobado recientemente en el congreso surgió como el
único ítem a descontar, nos señala que alrededor de 70 mil niños y jóvenes de
todo Chile, cuyos padres no cumplen con el pago de la pensión de
alimentos, podrán verse beneficiados con
el retiro del 10% de los fondos de las AFP.
Una de las indicaciones más
aplaudidas de la ley asegura que los popularmente conocidos como “papitos
corazón” deberán pagar con parte del retiro de sus ahorros las deudas por
alimentación que mantiene con sus hijos.
Según datos oficiales, el 84% de
los demandados por pensión alimenticia no paga un peso para la manutención de
sus hijos, por lo que se espera una importante activación de demandas contra
los más desconsiderados del país.
Pero ¿porque se llega a esta
situación tan cuestionable teniendo, supuestamente, un sistema judicial que en
teoría debería solucionar oportunamente esta problemática?
Como explica el académico de la
Facultad de Derecho Cristian Lepin, especialista en Derecho de Familia, en
estos tribunales los procesos son “un poco engorrosos y poco claros, en el
sentido que es una tramitación que cuesta llevar adelante y porque genera
problemas de interpretación: algunos tribunales aplican un criterio y otros
aplican otros”.
Recientemente en un reportaje de www.biobiochile.cl se plantea el caso de “Andrea
Muñoz que tiene dos hijas -de 4 y 7 años-, y acusó que su expareja no le paga
la pensión de alimentos desde 2015. En dicho año, el Juzgado de Familia fijó en
$150 mil la pensión para su hija mayor y $80 mil para la menor, por lo que
actualmente debería más de $10 millones.
Asimismo, aseguró que su expareja
pagó solamente por un mes la pensión de alimentos y repactó la deuda que tenía
en 548 cuotas de $20 mil pesos… ¿el acusado era el hijo del juez?
Actualmente se encuentra en primer
trámite constitucional en la Comisión Especial del Senado encargada de analizar
proyectos relacionados con los niños, niñas y adolescencia un proyecto llamado “Registro
de deudores morosos de alimentos” como una medida para mejorar los bajos
niveles de cumplimiento en el pago de las pensiones de alimentos. Dicho
mecanismo ha sido recogido por el Ejecutivo mediante el Boletín N° 13.330-07
que propone incorporar a los deudores de pensiones de alimentos al Boletín de
Informaciones Comerciales.
Como verán es posible que debido
a la prolongación de la pandemia, sigan apareciendo fracturas de nuestra
sociedad, ocultas para bien de algunos y para mal de muchos.
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