domingo, 21 de junio de 2020

Mas educación, ¿mayor crecimiento económico?

Columna de opinión

Más educación, ¿mayor crecimiento económico?

Por: Pepe Guriff

Sebastian Piñera en un discurso de junio de 2018 manifestaba: "Todos sabemos que una educación de calidad abre las puertas a un mundo de oportunidades y una de mala calidad, muchas veces, conduce a un mundo de frustraciones" Deduzco con esto que así sería el camino más directo para ser exitoso y que se abran las puertas de todas las empresas una vez que mi educación este completa.

Pero para Ricardo Hausmann, economista venezolano, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, la cultura empresarial en Chile es “extremadamente cerrada”; una suerte de club de quienes se educaron en “tres o cuatro colegios, dos o tres universidades y con los mismos apellidos”, que no se abre a la innovación y donde extranjeros y chilenos talentosos con otro origen son excluidos.

Además Hausmann cree que estamos profundamente equivocados en el comentario que hace Piñera respecto de la educación, asociando mejor educación a mayor crecimiento económico. Sus argumentos están expuestos en una columna que escribió hace un par de meses  y que se apoya en una influyente investigación del economista del Banco Mundial, Lant Pritchett, publicada en 2001. Pritchett sugirió, tras estudiar el comportamiento de las economías en desarrollo, que no había asociación entre el aumento de la educación y el crecimiento y tituló su artículo “¿Dónde se fue la educación?”, evidenciando sorpresa por los datos obtenidos. Desde entonces, la poca relación que hay entre ambas variables ha encontrado nuevas evidencias, por lo que Hausmann titula su columna sin ambages: “El mito de la educación”.

Hausmann cita como ejemplo el caso de China, que en 1960 tenía un nivel de educación mucho más bajo que Túnez, México, Kenia o Irán y, sin embargo, logró crecer a tasas mucho más altas que ellos. A China se pueden agregar Taiwán y Corea, citados por el economista de Cambridge, Ha-Joon Chang, en su libro súper ventas “23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo”.

Ha-Joon Chang muestra que en 1960 Taiwán tenía un 54% de alfabetización y Corea un 71%, mientras que Argentina los superaba con un 91%. Pese a esa posición desventajosa, ambas naciones asiáticas comenzaron a crecer, mientras que el mejor nivel educacional de Argentina no le permitió seguir entre los más ricos del mundo, posición que ostentaba entonces. Taiwán pasó de un PIB per cápita de U$122 en 1960, a U$22.000 en 2015, según el Banco Mundial. Y Corea pasó de un PIB per cápita de U$82 a sus actuales U$28.000. Argentina, en tanto, se quedó atrás subiendo de U$378 a sus actuales U$ 13.000, el mismo nivel de Chile.

Muchos economistas plantean que no es la educación la que empuja a los países a crecer, sino que es el hecho de haber crecido el que permite tener suficientes recursos para ofrecer mejor educación a sus ciudadanos. O como lo planten algunos “el aparato productivo puede tirar de la educación, pero la educación no puede empujar al aparato productivo… gigantescos aumentos de esfuerzo en educación han tenido muy pequeños efectos en crecimiento y muchos de los países que más crecieron no se destacan como países que hayan invertido de manera especial en educación”. Por ello Hausmann insiste en que: “Necesitamos una estrategia de crecimiento que nos haga más productivos, y así podamos generar los recursos necesarios para invertir más en la educación de la próxima generación”.

Pero si no es a través de la educación, ¿cómo se empuja el crecimiento? La pregunta es especialmente elusiva. Ambos economistas sugieren de partida que no se requiere tener una población extremadamente bien educada para que el país sea muy productivo. “En muchos tipos de trabajo lo que importa es tener una inteligencia normal, disciplina y organización, más que conocimientos especializados que además se aprenden en el trabajo… la clave no es la educación, sino cuán bien los ciudadanos están organizados en entidades colectivas con alta productividad”, argumentan.

Además la principal razón del bajo crecimiento de Chile: es la incapacidad de las empresas de abrirse a nuevos negocios y en la incapacidad de la sociedad de crear las condiciones para que los empleados se independicen y emprendan.

Me parece que más importante que rentabilizar el capital en beneficio de los accionistas (como decía Milton Friedman) para las empresas debería ser que digan cuántos empleos crearon, cuántos impuestos pagaron, cuántas divisas generaron y, sobre todo, cuántas empresas fueron creadas por trabajadores que se formaron en esa empresa. Sería muy bueno ver a un sector privado chileno que se preocupe de que haya más empresas exitosas y que se muestre dispuesto a ayudar a las personas que han formado dentro de su organización, para que sean el semillero de futuras empresas exitosas.

Solo un cambio profundo en la cultura de clases y en la inclusión transversal independiente del apellido, permitirá que la mejor educación empuje el crecimiento económico.


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